Un gallo a Esculapio
Esculapio fue el dios romano de la Medicina, trasunto del dios griego Asclepio. Este fue educado por el centauro Quirón, quien le enseñó todo lo relativo a las artes curativas, especialmente lo concerniente a plantas medicinales. Los asclepíades eran los discípulos de Asclepio o de sus sacerdotes y, por extensión, los que practicaban la Medicina. Humildemente y siglos después, yo me considero un asclepíade ya jubilado. Pero ahora tenemos que fijarnos más en la deidad romana, o sea, en Esculapio. Y esto porque, como es cosa sabida, Sócrates, cuando iba a encontrar la «curación» que le proporcionaría la cicuta, le ordenó a sus discípulos que no dejasen de llevar un gallo a Esculapio. No me resisto a escribir aquí la anécdota que contaba mucho mi padre. Una de las enfermas a las que cuidó hasta el final, dejó dicho en su testamento —insisto, no de boquilla sino en su testamento ante notario y testigos— que el mejor lomo de la matanza siguiente a su muerte que se le regalase a Don Antonio lo cual no deja de ser un equivalente al gallo para Esculapio que mandó Sócrates.
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